La colección nace de una emoción difícil de explicar pero imposible de olvidar: el color bajo la luz de Andalucía. Una luz que no suaviza las formas, que no embellece artificialmente: una luz que revela, que hace que cada tono aparezca con toda su intensidad, sin matices innecesarios. Quien la ve por primera vez, siente que los colores respiran más hondo, como si por fin pudieran mostrarse del todo.
La colección es un salpicado de colores. Una joya para cada color. Cada color en una joya. Cada anillo encierra uno de esos colores. Una sola piedra —zafiros y espinelas en toda su variedad cromática— domina la pieza desde el centro. En algunos modelos, esa intensidad se enmarca dentro de una orla de diamantes mientras que en otros vibra acompañada por los diamantes de los brazos, que no buscan protagonismo, sino prolongar la luz.
La colección recorre todos los colores posibles. Cada pieza es una expresión cromática completa, con identidad propia. Pero entre ellas hay un diálogo silencioso. Colores que se rozan, que se enfrentan, que se entienden, que se complementan. Como las emociones que despierta esta tierra: distintas, pero con la misma raíz.