Si bien es cierto que en el mundo de las joyas, por fortuna, las tendencias tienen un movimiento más lento y pausado que en el mundo de la confección, no menos cierto es que también las modas tienden a hacerse presentes en lo que a joyería se refiere, y por lo tanto podemos observar como ciertas pautas y criterios estéticos se van imponiendo cada temporada.
La diferencia, como acabamos de decir, es que en joyería las temporadas duran más tiempo: no se circunscriben a los ciclos de las estaciones, sino que se alargan por periodos que van desde el año hasta otros que pueden llegar a durar tres o más años.
Así podemos afirmar que desde finales del pasado 2019 la tendencia que se está imponiendo es la vuelta del color amarillo del oro para las joyas. Los tonos blancos y fríos del oro y de la plata están dejando paso de nuevo a los más cálidos de los dorados y cobrizos, encontrándonos con una gran variedad de joyas en distintas gamas de amarillos, anaranjados, rosas y rojos. Pero por si esto no fuera suficiente cambio en sí, también las gemas están imponiendo su ley y se muestran en todo su esplendor ofreciéndonos toda una explosión de color que se aleja cada vez más de los tonos pastel vigentes hasta hace poco y acercándonos a la fuerza de los rojos, verdes, naranjas, azules y rosas; todos ellos con mucha intensidad y en gemas donde va a primar más la calidad y la pureza que el tamaño.
Lo que sí trae de curioso esta nueva temporada en la que estamos inmersos es que no aparece un color como el predominante, sino que es la intensidad y fuerza de los mismos la que impone su cuño en la moda. Rubíes, esmeraldas, zafiros de todos los colores, granates también en diversos colores, sobre todo el mandarín y la verde tsavorita, y la imprescindible tanzanita, serán los predominantes y aquellos con los que podremos vestirnos y complementar con cualquier prenda que deseemos llevar.